Hildegard Hahn - La Torre de Babel

Prólogo

Este libro forma parte de un proyecto artístico más amplio. "La Torre de Babel, un escenario", se compone de casi 3000 trozos de mármol (de muy diversos tamaños), restos de alguna industria, que encontré en la orilla del Atlántico, en Las Palmas de Gran Canaria. Sobre estos mármoles blancos dibujé con tinta china, resistente al agua, signos, símbolos, sigilos, señales, alfabetos de todos los tiempos, desde que existen sus testimonios, y escribí palabras, metáforas y textos que pasaron por mi mente o por mis ojos por azar (cada día que nos toca vivir, siempre nuevo y renovado ,contiene sus sorpresas), por casualidad (estos hilos invisibles que dirigen la vida) o intencionadamente (por el afán de saber y conocer).

Se encuentran en una sala bastante estrecha cinco peanas, 160 x 160, de baja altura, formando un "laberinto". En la mesa central está amontonada la mayoría de las piezas, "igual" que la caída Torre de Babel. Los visitantes de la exposición pueden cogerlas y darles, si quieren, un significado o orden, colocándolas en las otras mesas, y encontrarse así con historias remotas o más recientes, como mensajes, oráculos ...

"Incluyo" también las sombras de las mismas personas presentes en el "escenario", como el reflejo del carácter efímero de lo material, de una existencia inmaterial, imposible de fijarla durante largo rato. Con la atrevida seguridad de percibir detrás de estas sombras otros personajes, hombres de lejanos tiempos y culturas, con el deseo de comunicarnos con el pasado en el mismo momento que vivimos el presente .

COMUNICACIÓN es una expresión bastante dudosa y ambigua. ¿Quién es realmente capaz de comunicarnos algo en este bosque enfermizo de los medios de comunicación, donde nos asfixiamos en historias mal inventadas o informaciones horrendas sobre la miseria humana? ¿Comunicación con quién ? ¿Con qué propósito? ¿Como ?

Nuestra alimentación espiritual puede ser tan exuberante como la corporal. (¡Si hemos nacido en el lado favorable del planeta !) Superalimentación, sobrealimentación, gordura, inmovilidad, mala salud, pereza, miedo a la imagen que nos podría devolver el espejo : son algunos síntomas de nuestra "avanzada" civilización en este final del siglo XX.

Cuesta ser optimista. Los apocalípticos responden con una risa cínica. Pero tampoco nos comunican nada o con su semilla de mala hierba impiden los campos fértiles. ¡Existencialistas decorativos! No pretendo "arreglar" el mundo y sus habitantes humanos con mis ideas personales. Procuro ser neutral e invitarles a pasear un poco en el espacio tridimensional del pasado, esta historia que nos dejaron por escrito, dibujaron, señalaron, ocultaron (en sigilos o jeroglíficos) ... sin cegarnos por el presente que sin duda no carece de belleza, si sabemos encontrarla y verla .

La necesidad de afirmarse, dejar huellas de su existencia, comunicarse con signos o escrituras con los que vienen después, despertó en la mente humana hace muchos miles de años y no ha dejado de existir en nuestro sofisticado ambiente moderno. Dibujar y escribir es un logro importantísimo en el desarrollo del hombre. Junto con esta facultad llegó a la observación metafórica, a la memoria abstracta y a una imaginación avanzada del espacio-tiempo. Que esta imaginación traducida en letras y palabras nos llevó también al peligro del automatismo, la despersonalización, la uniformidad, la incomprensibilidad, lo observamos fácilmente, por ejemplo, en la burocracia que parece ser el esqueleto de la vida futura, donde nos tienen presos en miles de ordenadores.

Conviene pararnos, a veces, unos momentos u horas y entregarnos a la belleza de estos testimonios del pasado (no importa que la mayoría de las inscripciones tan atractivas en signos cuneiformes traten de los inventarios de almacenes en la antigua Mesopotamia y los obeliscos llenos de intrigantes jeroglíficos egipcios cuenten las batallas ganadas) que sí, comunican mucho. Nos comunican, entre otras, que toda labor del hombre es temporal, que la vida es un oasis como para los nómadas en un desierto, que el ser humano nace con la muerte entre sus metas. Ha de morir físicamente pero puede vivir su inmortalidad, si quiere, en la música, la poesía, los descubrimientos científicos, en el arte ... la memoria ... escrita, dibujada. ¿Puramente pensada?

Hildegard Hahn
Las Palmas de Gran Canaria
Julio 1999

 

Última modificación: 13.5.2014
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